Ayer era un día de extrañas sensaciones. Llegar de nuevo a Las Gaunas. Otra vez en Las Gaunas, como cada semana; pero esta vez diferente. Las amigos estaban al sur; pero también al norte. Visita al palco en el fondo sur, animar a los azules frente a los rojiblancos que siempre quieres que ganen; pero ayer no. Ayer tocaba animar a los visitantes. Extraño, todo muy extraño.
Y lluvia, mucha lluvia. Una lluvia que comenzó a caer minutos antes del encuentro impidiendo un bonito corteo al campo y que tan sólo respetó la foto del fútbol riojano justo antes de que comenzara el partido.
Extrañas largas filas en las taquillas que ni la lluvia pudo disipar. Extraño ambiente en las gradas con 5.527 espectadores. Aunque también extraños y feos silbidos o insultos de cuatro mentecatos que, por suerte, no pudieron romper el buen ambiente de hermandad del fútbol riojano.
Una hermandad que se labró antes, que se ha ido gestando durante años y que ayer, por fin, llegaba, por primera vez en la historia a “Las Gaunas”.
La Laurel fue testigo obligado del hermanamiento de aficiones previo al partido. Algunos se extrañaban de ver juntas a dos aficiones; para otras era la manifestación de una reunión de amigos que se juntaban para disfrutar del fútbol y de su equipo, aunque este equipo fuera diferente. La Laurel se tiñó de de rojo, blanco y azul indistintamente. Y prensa, mucha prensa, y muchas cámaras intentando recoger el momento porque era el momento de ello.
Otros también ayudaron a esta hermandad comenzando la jornada en el “Mundial 82”. Extraño también fue ver a las chicas del EDF Femenino en ese campo de hierba artificial y como a Banda se le hacía pequeño, una y otra vez, el terreno de juego y la defensa visitante era capaz de acompañarla en las galopadas. Porque el EDF Femenino, que tanto se juega en la primera división, había colaborado yéndose a jugar al Mundial 82, algo que les perjudicó y mucho, para ayudar a la fiesta del fútbol riojano.
Ayer, la casi totalidad del fútbol riojano fue UNO porque, incluso aquellos aficionados que acudieron a ver a sus equipos que coincidían en horario con el derbi, miraban de reojo, con una sonrisa e ilusión lo que estaba pasando en Las Gaunas, lo que este partido significaba, lo que este derbi riojano representaba.
Fue extraño; pero bonito. No lo fue tanto el partido, que fue tan aburrido como un derbi merece. Pero fue extraordinario. Fue maravilloso el ambiente vivido que nada ni nadie nos pueden quitar a quienes lo vivimos en primera persona y quisimos participar de él. Lo que pasa en el campo, se queda en el campo; lo que pasa en la grada y en las calles, perdura para siempre. Gracias, amigos.