Actualidad Rioja Baja
Medio de comunicación para conocer lo que pasa en nuestra tierra

EN UN RINCÓN DE MI CABEZA: La Compra (por María Carmen Manso)

EN UN RINCÓN DE MI CABEZA por María Carmen Manso
LA COMPRA

Hoy he ido a comprar.

Hacía más de un mes que no salía de mi zona de confort. Mi calle para sacar al perro y la frutería que tengo debajo de casa para el pan y otros víveres.

Pues bien, me he puesto mi uniforme de cuarentena, he cogido mi carro y me he alejado de mi hogar. ¡Menuda aventura!

La verdad es que todo me ha parecido extraño.

He reconocido las calles, faltaría más, pero todo lo demás me ha resultado absolutamente distinto.
La poca gente con la que me he cruzado llevaba mascarilla y guantes, igual que yo. Los operarios de la brigada del Ayuntamiento, cortando el césped, iban vestidos con buzos blancos que los cubrían de pies a cabeza.
El ambiente era surrealista totalmente. Una película de ciencia ficción, pero de las de libro.

Al entrar al supermercado la cosa no ha cambiado. Para empezar, te tienes que desinfectar las manos y coger guantes, si es que no los llevas ya. Además, procuras no acercarte a los otros, como si todos estuviéramos apestados.

Las personas que estaban comprando, todas irreconocibles detrás de sus tapabocas, actuaban de forma rápida y maquinal. Nadie miraba a nadie. Todos tenían prisa. La sensación ha sido un poco agobiante.

La máscara da calor y si, además, llevas gafas, se te empaña la visión, por lo que se crea un estado de nerviosismo complicado de gestionar.

He olvidado varias cosas que necesitaba, a pesar de llevarlas apuntadas en la lista, pero es que solo quería escapar de allí. Después de todo, tienes una sensación de estar haciendo algo malo. Una suerte de diversión que está mal vista, sin ser divertido ni nada de eso.

Cuando por fin he llegado a mi barrio me he sentido mejor, como si estuviera protegida y a salvo. Una vez ya en casa, he empezado a pensar si esta situación no nos producirá una especie de agorafobia. A pesar de tener muchas ganas de salir y juntarnos con los amigos y las familias, nuestro cerebro está asimilando que lo cómodo, lo bueno, lo correcto, es estar en casa y, al final, esto se está convirtiendo en lo natural.

Tengo muchas ganas de que acabe el confinamiento, pero también me asusta lo que vendrá después. No volveremos a la normalidad rápidamente. Al principio, no nos podremos abrazar ni besar, seguiremos con la cara tapada, casi seguro que no vamos a poder tomarnos un café en un bar…
En fin, que nuestra forma de vida va a cambiar y, me temo, no será para mejor.

Que pase todo antes de que tenga que volver a comprar en el súper.

También podría gustarte