Una desafortunada jugada dejó al CD Calahorra huérfano de recompensa en un partido en el que la mayor parte del tiempo el resultado imperante en el marcador de La Planilla fue el empate.
En la primera parte, el empate lo fue sin goles y eso a pesar de que una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez llegaba el equipo cántabro sobre la meta defendida por Julio Iricíbar. Y una y otra vez lo hacía sin la suficiente claridad y contundencia como para inquietar a los rojillos.
Por su parte los locales se defendían y desactivaban sin mucho esfuerzo las llegadas de los del Racing de Santander. Tan poco esfuerzo requería esta labor que incluso en el 25 llegaron a buscar la portería defendida por Parera.
En la segunda parte el encuentro cambió. Tal vez porque a los siete minutos el equipo visitante, el líder, rompió el empate con un gol de Cédric que no perdonó delante del portero rojillo.
Con el gol de los de Guillermo Fernández, los riojanos dieron un paso adelante y empezaron a buscar puerta. Por su parte Pablo Torre hacía diabluras, una y otra vez, en la banda ¡y vaya diabluras!
A diez para el final, con el equipo de Docampos volcado al ataque, llegó de nuevo el empate al electrónico desde las botas de un Carlos Vicente que volvía a incorporarse al campo desde el banquillo.
Y cuando los rojillos veían factible que el partido concluyera con empate y ya se veían con un punto en el bolsillo, la mala suerte se cebó con ellos. Un doble error de dos de los jugadores más determinantes y seguros de este equipo acababa con un gol en propia puerta.
Cuatro minutos después de que llegara el empate y a solo seis de la conclusión, el balón se introducía mansamente en la portería tras una cesión atrás sin oposición de Jesús Álvarez que Iricíbar no acertaba a patear.
A pesar de que el árbitro regaló otros cinco minutos a los calagurritanos para que volvieran a intentar empatar el partido, nada más pasó y el líder, que hoy pareció menos líder, logró sacar los tres puntos de La Planilla.