La Rosaleda. Málaga. 22 horas. De blanco y rojo impoluto se presentó la UD Logroñés con Miño, Iago, Caneda, Zabaco, Iñaki, Sierra, Andy, Zelu, Olaetxea, Ñoño y Ander Vitoria. Ese es el once que pasará a la historia, con ese once ascendimos a Segunda División.
Hace once años, muchos elegimos club y camino. Nadie dijo que esto iba a ser fácil, cada partido en esta Segunda B es puro sufrimiento. Hasta salir de ella lo es, es parte de del guión: empiezas un partido de fútbol el 18 de julio y lo acabas un 19 de julio, con un tobogán de emociones.
La UD Logroñés empezó bien el partido. Combinó, tocó y, en el minuto 6, Campos sacó una mano salvadora para su equipo, frente a Ander Vitoria, quien puso el uy en la garganta a todos y cada uno de nosotros. Minuto 6.
Esto es Segunda B, donde un partido a vida o muerte lo retransmite una plataforma que te deja sin imágenes, te desengancharse del partido de tu vida y del sabor de un ascenso. Tan diferente al otro fútbol y verlo por ahí era un problema.
Problemas tuvo la UD Logroñés. Volvieron las imágenes pero no volvió nuestro equipo. Lapeña remató sólito de cabeza, en un error de marcas. Gol del CD Castellón y jarro de agua fría para todos nosotros en el minuto 16.
El sabor de un ascenso, el partido de nuestra vida, se ponía cuesta arriba. Nos visitaban viejos fantasmas, esos que acompañan al puro sufrimiento de los play offs y que no desaparecen por mucho que estos playoff fueran tan diferentes: a partido único, en campo neutral y sin publico. A todo esto se unía, también que ese gol hizo daño, mucho daño, y que el equipo no andaba fino. Tocaba sufrir.
El reloj corría en nuestra contra… aunque quedaba un mundo. El plan A fallaba. Nervios, balones divididos, balones largos… El CD Castellón no se descompuso ante una UD Logroñés fallona, nerviosa, con el marcador en contra. Ni siquiera la pausa para la hidratación cambió nada. Los minutos corrían y corrían hasta llegar al descanso.
Quedaban 45 minutos para solucionar este partido, 45 minutos para saber a qué sabe un ascenso. Con el segundo tiempo a escena, la UD Logroñés achuchó más y era más reconocible. El CD Castellón se replegado, en el guión establecido, y Ñoño lo intentaba de falta lateral en el minuto 58.
Sergio Rodríguez introdujo cambios y el equipo fluyó más. Las ocasiones iban a llegar y llegaron en forma de gol fantasma. Rubén Martínez remató y el balón al larguero pero entró. Las imágenes eran claras, el balón estaba dentro aunque ni el árbitro ni el asistente lo estimaron así. El sufrimiento iba en aumento y, ahora sí que sí, los fantasmas vinieron a visitarnos otra vez. ‘¡Lo que cuesta meter un gol en estos partidos y te lo tangan!’. El sabor de un ascenso quizás podía saber a nada.
No obstante, este equipo es fuerte mentalmente hablando, es competitivo y quedaban 12 minutos para llegar a ese minuto 90 establecido.
Ousama Sidiki se interno en el lateral del área, fue derribado… penalti, ¡PENALTI! Andy lo golpeó con esa clase que dios le dio, el hombre de hielo a escena, GOL ¡GOOOOOOOL! Era el gol del empate, el gol que levantó pasiónes dentro y fuera del campo. Un merecido empate por lo visto en este segundo tiempo.
El sabor de un ascenso se posaba en nuestro paladar, incluso las bebidas aparcadas en la mesa aparecieron, la sonrisa volvió a nuestro rostro en el minuto 83.
Las espadas en todo lo alto, la UD Logroñés aparecía. Ese equipo campeón, con su carácter, con su fútbol, apareció.
Ousama Sidiki, en el minuto 88, hizo una plancha fuerte al defensor del Castellón. Un exceso de ímpetu, un exceso de confianza, nos dejaba con con diez y así se llegó al final de 90 minutos de infarto. Tobogán de emociones, el ascenso pasaba por 30 minutos más con un jugador menos.
El tiempo extra trajo un cambio más, Miguel Santos al campo. Un jugador bandera del club, un jugador que estuvo en todos esos partidos de play off, en Torrent,Villarreal, Sevilla (con lesión incluida de casi un año), Badajoz, Alicante y, esta vez, en Málaga contra el CD Castellón; en un play off diferente, en un partido a vida o muerte.
Quizás por eso, del que la pierde lo paga, la primera parte de la prórroga fue tan así, llena del miedo de los dos equipos, del ímpetu, del corazón, y de las pocas oportunidades… en las que casi parecía que se quisiera que el reloj corriera rápido y que nuestros corazones; los de los aficionados, directivos,cuerpo técnico y todos los que somos UD Logroñés, no sufrieran más. Y así se llegó al final de esta primera parte de la prórroga.
La segunda parte de la prórroga trajo un CD Castellón más estirado que buscó a Miño y lo encontró; pero se topó con sus manos salvadora en el minuto 108 ¡qué dura es la vida de un portero! casi inedito en el partido y tienes que aparecer en esa jugada puntual. Como en el minuto 113, tapando en esta ocasión tu palo ante un disparo que nos heló el corazón.
Pero se acabó. Empate a uno tras una prórroga jugada con uno menos en la que la UD Logroñés dio la cara. Tocaba volver a la lotería de los penaltis.
Once años de vida y un partido esperado para cambiar la historia se iban a decidir desde el punto de los once metros, cuánto cuesta salir del fútbol de barro, cuánto sufrimiento.
Empezó el CD Castellón, gol; Gorka hizo lo que hace un muchacho de Bilbao, marcar el suyo de forma magistral; el CD Castellón, gol; Iñaki el jugador de Calahorra,el jugador especial, el que todo lo hace bien, gol, dos, DOS.
El CD Castellón a las nubes de Málaga, fallo y casi la una de la mañana. Andy Rodríguez, bendito Andy otra vez en los once metros, otra vez delante de Campos, meta y capitán del CD Castellón, gol. Esta vez Andy cambio la forma de tirarlo para ponernos por delante en el marcador, 3 a 2.
De nuevo, turno para Miño, turno para el número 13 de la UD Logroñés, turno para sacar sus manos, turno para parar un penalti que paró. Estábamos a un penalti de salir del fútbol de barro. Damian Peckotf al lanzamiento, Campos bajo palos… PARADÓN. Seguía el 3 a 2.
Y de nuevo Miño. Nuestras opciones pasaban por él. Jamás tuvimos tan cerca un sueño, un sabor a ascenso y, LO PARÓ. Su parada sacó a relucir la histeria colectiva, nuestros gritos, miradas en forma de abrazos contenidos entre esos amigos y amigas que tanto sufrimos por esos campos de dios. La UD Logroñés estaba en Segunda y el sabor de un ascenso en nuestro paladar, en una noche de sábado, ya domingo; en esa noche intensa donde un grito corrió por todo Logroño y La Rioja: ESTAMOS EN SEGUNDA.
Nos lo merecemos, elegimos ese camino hace once años. Nadie nos podrá reprochar que no sabemos lo que es vivir y sentir un ascenso; un ascenso escrito con letras de plata, sufrido como todo o casi todo lo que significa Logroñes. Enhorabuena a todos y todas los que elegisteis este camino de espinas y barro.
A veces la vida te recompensa todos esos sinsabores de tu equipo, a veces toca llorar de emoción y el domingo 19 de julio toco hacerlo, por fin, saboreando un ascenso a Segunda.