Unos que vienen, otros se van. (Otro Día de La Rioja en San Millán)

Momento de despedidas y también de bienvenidas. Despedidas de los que ven este acto como su último acto público. Bienvenidas también para aquellos que en breve ocuparán los lugares de los que ahora se van.

Curiosa que una de las últimas medallas de La Rioja haya sido para una universidad privada con sede en La Rioja y que la del riojano ilustre haya correspondido al presidente de un órgano de la Universidad de La Rioja, la pública, recayendo en José Luis López de Silanes, presidente de CLH y del Consejo Social de la UR.

El galardón de las artes, en este último año de legislatura, se vestía taurino y recaía en el arnedano Diego Urdiales. También, arnedano, Basilio García Pérez-Aradros, se llevaba el reconocimiento de Riojano Ilustre mientras el CLA Pepe Eizaga era reconocida con la medalla de La Rioja.

Pero indudablemente, los protagonistas volvieron a ser los smartphone. Smartphone para consultar, smartphone para pasar el rato, smartphone para inmortalizar, smartphone para mantener ese instante que recordar, smartphone para amenizar el rato, smartphone para comentar, comunicar e incomunicarse.

En esta ocasión, el acto se desarrolló de manera más rápida y fluida que en anteriores ocasiones. No había mucho que decir. Tal vez fuera porque, por parte de las autoridades, todo estaba dicho o tan solo porque ya daba igual lo que se dijera.

Y después, la hora del vino riojano. De los saludos, de las bromas, de los buenos deseos, de los besos, de las fotos y también de los codazos.

Los socialistas se hicieron notar y desembarcaron en el centro del claustro para fotografiarse todos juntos. Parecía que era su forma de decir “ya estamos aquí y hemos llegado para quedarnos”.

Los populares se iban encontrando por el claustro entre lamentos o igual con el simple sentimiento de tener que comentar ese lamento y explicarlo para intentar así terminar de dejarlo atrás. Mientras los diputados de Podemos miraban desde lejos la escena. Ellos no habían perdido porque ni siquiera lo habían podido disputar. También Ubis, tampoco Ubis. Y Ciudadanos, a lo suyo.

Mucha comida, mucho vino, mucha agua y pocas copas. Los invitados fueron abandonando poco a poco el claustro en el que permaneció, hasta el último momento, José Ignacio Ceniceros; tal vez como resistente anfitrión o tal vez simplemente resistiendo marcharse y cerrar definitivamente la puerta como presidente de su última celebración del Día de La Rioja.

El año que viene San Millán volverá a abrir sus puertas en el Día de La Rioja. Entonces otros serán quienes recojan las medallas y los reconocimientos mientras otros serán los que lo presidan y los entreguen. Hasta entonces, volverá a ser de día y de noche y todos los aviones del mundo seguirán pasando por allí. La vida sigue igual.