Un hombre ha muerto en Vizcaya al ser contagiado por la rabia humana a través de la mordedura de un gato durante su viaje a Marruecos el pasado agosto.
Desde el momento en que comenzaron las sospechas, el Departamento de Salud activó el protocolo de actuación y adoptó las medidas preventivas establecidas. Asimismo, se puso en conocimiento al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Salud. Los análisis confirmaron hace tres días el primer diagnóstico hecho por los médicos del centro sanitario el pasado viernes 6 de diciembre.
La rabia es una enfermedad vírica que afecta al sistema nervioso central y que se transmite a las personas por la saliva a través de mordeduras o arañazos de animales domésticos o salvajes que están infectados. Según la literatura científica sobre esta enfermedad, el contagio entre personas es muy poco frecuente. El periodo de incubación es muy variable y puede ir desde una semana a un año, con dos meses la media estimada. Afecta al sistema nervioso y es mortal en prácticamente el 100% de los casos cuando el enfermo ha empezado a desarrollar los síntomas, que son fiebre no muy alta, cambios en el estado de ánimo, náuseas y vómitos, fotofobia (intolerancia a la luz), babeo y convulsiones, entre otros. La rabia es una enfermedad vírica y por tanto, una vez producida la inoculación, no responde a los antibióticos,
Aunque no siempre funciona y los supervivientes suelen sufrir graves secuelas neurológicas, las únicas personas (una quincena en todo el mundo) que han superado la rabia tras iniciar el desarrollo de los síntomas lo han hecho gracias al llamado protocolo de Milwaukee. Este consiste en inducir un coma en el enfermo y aplicarle todas las medidas de soporte vital en la UCI para que el organismo pueda hacer frente a la infección reduciendo al máximo el riesgo de daños en los órganos vitales. Para ello, le es administrado un cóctel de sedantes, analgésicos y antivirales.
La rabia causa unas 60.000 muertes al año en el mundo, casi todas en países en desarrollo donde la enfermedad aún es endémica, como Marruecos. El último brote autóctono en España se produjo en Málaga en 1975 y causó la muerte de dos personas. Fue tras las campañas masivas de vacunación a perros y gatos de los años sesenta y setenta, el último golpe de la enfermedad. En 2014 una mujer de origen marroquí murió en Madrid tras haber contraído la enfermedad también en su país.