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Un estelar BM Logroño empequeñece al mítico campeón. Así vivió Luis Esteban este histórico encuentro.

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(Crónica de Luis Esteban)

Desde ayer una euforia contagia el ambiente franjivino -desde fuera puede parecer que hasta excesiva- ,sin embargo, permitidnos poneros en situación. Para ello, tiremos de hemeroteca:
El Barcelona Lassa, líder liguero indiscutible año tras año, ha pulverizado casi todos los récords de la liga Asobal.

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Desde la temporada 2010-2011 han conseguido obtener todas las ligas en disputa: un total de nueve consecutivas. De estas, cuatro han sido con plenos de victoria (2013-2014, 2014-2015, 2015-2016 y 2016-2017), con tan solo una derrota tres (2010-2011, 2011-2012 y 2012, 2013, esta contra el Balonmano Logroño un 18 de mayo de 2013 por 33 a 31) y con un empate y una derrota la restante (2017-2018).

Esta última liga ostentaba el último record culé, que hasta el empate a 26 contra el balonmano Guadalajara en la jornada trece, era nada más y nada menos que de 133 victorias consecutivas (4 años, seis meses y 18 días), o si se prefiere de 146 encuentros sin conocer la derrota hasta que el año pasado el Granollers consiguió hacerlo.

Aunque los datos son ya más que clarividentes maticemos un poco más: en estas nueve ligas y lo que llevamos de esta, el Barcelona ha disputado un total de 294 partidos, que con el empate de ayer, evidencia un balance estremecedor de 4 derrotas, 2 empates y 288 victorias, es decir, de 588 puntos posibles 578 fueron para los blaugranas. Quizás ahora ese optimismo parezca cuanto menos desbordado.

Pero hablemos también del encuentro de ayer: tras un duro partido en Hungría, un viaje incómodo a la vez que largo y con efectivos tocados llegaba el BM Logroño al Palacio a medirse con quien es sin ninguna duda, uno de los mejores equipos de Europa, el Barcelona Lassa. Y es que los franjivinos hicieron honor al tópico «crecerse ante las adversidades».

El choque constataba buenas vibraciones desde los primeros compases. Para el minuto 9 los de Miguel Ángel Velasco ganaban por cuatro goles (6-2), algo casi impensable antes del comienzo. El germen de ello, más allá de las cuestiones tácticas, que por supuesto hay que tener para ganar a todo un Barcelona (desdoblamientos continuos de los extremos, juego con el pivote en posiciones exteriores, etc.), fue por encima de todo la intensidad.

Los logroñeses impusieron un ritmo alto de partido, siempre agasajado por una energía pasional y motivante -el Palacio la notó- que se tradujo en el terreno de juego. Sin embargo, poco a poco el cuadro culé fue metiéndose en el partido endosando un parcial favorable de 4-8 para empatar la contienda tras casi 20 minutos jugados (10-10).

A pesar de ello, los franjivinos habían observado una de las claves beneficiosas que le habían permitido dominar el partido en los primeros minutos, la continuidad de balón. El BM Logroño no permitía caer en falta prolongando la jugada o sacando rápido si al final esta se producía. Además, los defensores centrales del Barcelona, de gran talla -Petrus, Fábregas, Syprzak- y aunque de un altísimo nivel en esa faceta, mostraron algunas carencias con la movilidad de los riojanos. Circunstancia a la que si encima añades un uso muy correcto de lo que es uno de los baluartes de este deporte, la finta, la jugada tiene muchas opciones de terminar bien. Para ello, hay que decir que también propiciado por la lesión de Scott, el técnico logroñés dispuso dos centrales en pista (Kukic y Balenciaga), jugadores que dominan a la perfección este aspecto. Su vertiginosidad en las penetraciones permitía crear espacios bien aprovechados por unos extremos riojanos (Ilic, Muñoz) ayer sobresalientes: entre los dos marcaron la mitad de los goles del equipo (14). Así, el encuentro volvía a teñirse de franjivino para llegar al descanso con la máxima y con un más que prometedor 17-12.

Los jugadores blaugranas, tras una seguro intensa charla del entrenador -salieron algo tarde al terreno de juego- quisieron y pudieron cambiar cosas tras la reanudación. Un gesto hacia su pivote del director de orquesta Enterríos lo «delataba». El pivote debía colocarse entre los defensores lateral y exterior del equipo riojano. Permitía esto que los primeros no pudieran salir con tanta facilidad a la presión de su par (Dika Mem, N´Guessan) quiénes mejoraron notablemente sus prestaciones en la segunda mitad.

Aún así, y, aunque la renta poco a poco iba disminuyendo, el equipo logroñés seguía intenso, consiguiendo además marcar todos los contraataques (3/3) y penaltis (3/3), elementos del juego los cuales en caso de errar siempre te acuerdas al finalizar el partido. La afición logroñesa lo hizo en cambio de unos árbitros por momentos poco acertados.

Con todo, el BM Logroño no permitió a los blaugranas comandar el marcador (26-27) hasta el minuto 25 A partir de ahí, un último intercambio de golpes, dos tiempos muertos, -uno de cada equipo- con los que preparar la jugada que les diera la victoria y un lanzamiento final de Garciandia con el tiempo cumplido, culminaron un partido (28-28) que a buen seguro se recordará durante mucho tiempo.

Un campeón liguero que llegaba a Logroño, intensidad y emoción a partes iguales, una dosis de polémica y un escenario y final digno de las grandes citas pusieron sobre la mesa ingredientes que el mismo Hitchcock hubiera firmado para una de sus películas. El epilogo está aún por escribir: en el horizonte la Copa. ¿Quién dijo imposible?

BM LOGROÑO LA RIOJA: Sergey, Romeo (porteros); Balenciaga (4), Ilic (7), Kusan (2), Javier Muñoz (7), Moreira (1), Kukic (3), Garciandia (4), Sánchez Migallón, Fekete, Eduardo Cadarso, David Cadarso, Juan del Arco, Claudio, Dariel.

BARÇA LASSA: Pérez de Vargas, Moller (porteros); Enterríos (2), Ariño (1), N´Guessan (5), Aleix Gómez (2), Syprzak (1), Thiagus Petrus (1), Dolenec (1), Dika Mem (6), Ilic (3), Pálmarsson (3), Fábregas (2), Diocou (1), Sorhaindo, Andersson.

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