Luz, sonido, nuevas tecnologías, “palos de ciego”. Calor, color y buena música. Directo, fuerza, auténticidad. Todo cupo y se dio cita en un abarrotado Palacio de los Deportes al que regresaba Izal por unos méritos propios que este grupo Indie, de sobra, ha cosechado a lo largo de los años. Ahora lo hacía en solitario, por sí mismo, lejos del cartel de un festival de la categoría de Actual.
Público entregado desde la primera canción, desde el primer tema con el que Izal caldeó la noche; cinco temazos para comenzar la velada. Se presagiaba, como suele ser habitual cuando comienzas con tanto ímpetu, un segundo tercio de concierto sosegado, comercial, aburrido… nada más lejos de la realidad.
Casi sin descanso, el concierto siguió ‘in crescendo’ en potencia, directo y más calor. 6 kilos decía Mikel haber perdido cuando invocaba a sus hater y un falsete sobrevolaba el Palacio agradeciendo , dejarle equivocarse. Más fuego, más fuerza, más música en directo, más magia.
Directo fuerte, auténtico, sin necesidad de artificios. Su fuerza y saber estar sobre el escenario no necesitaban de más; por lo que toda la producción, luz y montaje que envolvían su espectáculo era un regalo creado por 26 persona (casi nada) de manera inesperado para todos los habían pagado la entrada por acudir a este espectacular directo.
Se repitieron “palos de ciego”; esos “palos de ciego” que no eran más que aquellos que dieron sus hater presagiando un bajón en su espectáculo o que los creyeron moda fugaz cuando aparecieron; también esos “palos de ciegos” que fueron lo que sus fans eligieron para tocar en el concierto y el que tiñó de verde la zona de espectadores, ese verde con el que aquella mujer eligió vestirse para ir poniendo el broche al espectáculo, ese verde en ese traje que se volvió a poner “Para rescatarme” ese verde que sembraba incertidumbres “¿qué sucederá cuando las balas no reboten; Y los malos sean más fuertes ; Y volar no sea tan fácil ; Y conozcan nuestros planes?” Ay nos contaron que esto se acababa… pero de qué manera había pasado la noche y de qué manera acababa. Y ya no eran 6 kilos; sino 10. Sin embargo, salieron vencedores.
Ciertamente, quien suscribe esto es justo que se declare incrédula de Izal… hasta hoy. Hitchcock, en su momento, ya nos enseñó a no hacer spoiler; a veces porque el prestigio reside en la sorpresa y otras veces porque el prestigio vive en el sentimiento inenarrable. Por eso; simplemente vayan, escuchen, vean, disfruten y bailen; sobre todo, bailen y gocen; gócenlo todo.