Por fin llegó.
Tuvo que ser en Barakaldo, con Lasesarre como testigo, donde el CD Calahorra logrará su primer victoria a domicilio y premiara a esos seguidores que, incansablemente, acuden a ver sus partidos con, por fin, un feliz regreso a casa.
Tuvo que ser en Lasesarre donde se rompiera la racha y volviera a resurgir la ilusión. Tuvo que ser en ese vestuario donde por fin pudimos volver a ver una foto de la plantilla celebrando un triunfo. Allí fue, en Lasesarre donde posiblemente donde menos se esperara y se creyera.
No fue un partido bonito ni vistoso. Fue un partido en el que el Barakaldo tuvo el balón y el CDC la puntería. No hizo falta más, este es el Grupo II de la Segunda B.
Se ganó y eso es lo importante. Se ganó sobre todo por aquellos que nunca dejaron de viajar y siempre creyeron que aquella victoria fuera de casa, por muy difícil que fuera el desplazamiento, terminaría por llegar. Se ganó por esos jugadores que siempre creyeron y nunca le dejaron de luchar. Se ganó por ese entrenador que nunca dejo de desconfiar y de creer que está plantilla podía hacer cualquier cosa que pudiera ser imaginada. Se ganó porque Ubis volvió a luchar cualquier balón que le apareciera alrededor. Se ganó porque Gonzalo sacó todos los balones que intentaban colarse entre los tres palos y la defensa, todos aquellos que llegaban al área. Se ganó porque el centro del campo mantuvo siempre la tensión necesaria. SE GANÓ.
Está victoria es la primera y seguro que tras ella vendrán muchas más porque, lo más difícil de todo, siempre es empezar y, por fin, SE GANÓ.