Era su eliminatoria, era su partido. Se había ganado por méritos propios el jugarlo y lo jugó de titular. Y vaya si lo jugó en unos dieciseisavos de final ante el actual campeón de la competición.
Era su noche, ES SU COPA. Lo es porque él fue quien marcó aquel gol en el tiempo de descuento ante la SD Éibar, que hizo que los riojanos avanzaran a la segunda ronda de Copa. Lo es porque él fue quien asumió la responsabilidad de ponerse improvisadamente bajo los palos frente al Girona y terminar, incluso, deteniendo uno de los penaltis que definieron la contienda.
Y anoche lo volvió a demostrar porque se hizo enorme ante los jugadores de todo un Primera División, mostrando una gran solidez defensiva y un desparpajo reseñable sin amilanarse ante ninguno de leones que intentaron pasar por su banda. Leones, que no olvidemos, son los actuales campeones de esta competición.
De esta copa la UD Logroñés saca un nuevo registro histórico, el mayor lleno de su historia, con datos de entidad que ya demuestra grandeza. Pero saca también un nombre propio que surge desde su cantera, el de Pol Arnau, una joven promesa que, con 20 años y mucho recorrido para seguir creciendo, asienta ese crecimiento en grandes mimbres y una gran proyección.
Ayer la UD Logroñés cayó definitivamente eliminada ante el Athletic Club, pero parecía prácticamente obligatorio agradecer a esta promesa lo vivido y reconocerlo. Porque ha sido realmente muy bonito vivir durante este tiempo creyendo en la Copa de Pol.
