Ayer terminó el periplo de la UD Logroñés por el fútbol profesional, un periplo que ha durado una temporada, una injusta y cruel temporada en la que los aficionados no han podido acceder al campo y disfrutar en vivo de su equipo que sólo han podido ver a través de la televisión.
Injusta porque en otras divisiones sí se ha permitido el acceso a los campos bajo estrictas medidas sanitarias; injusta porque en otros estadios de equipo rivales sí se permitió que accedieran espectadores; cruel porque después de tantos años esperando disfrutar el fútbol profesional la pandemia, la liga y el gobierno han hecho que esto no haya sido posible.
Ayer, en el último partido de la temporada, en el del todo o nada, los aficionados de la UD Logroñés quisieron acompañar a su equipo en la llegada al estadio.
Cientos de blanquirrojos se arremolinaron alrededor de Las Gaunas antes del partido. Pero después se quedaron fuera ya que La Rioja no está entre las comunidades en la que los espectadores pueden acceder al campo.
Los que sí entraron, los no se quedaron fuera a pesar de que este hecho no estaba contemplado en la agenda del gobierno, fueron el director general de Deportes, Eloy Madorrán, y la presidenta del Gobierno de La Rioja, Concha Andreu.
Los que también entraron en la segunda parte, rompiendo los muros impuestos en el fútbol profesional, fueron los cánticos de esos incondicionales que siguieron el partido desde fuera del campo.
Sin embargo, desgraciadamente el que no entró fue el más importante, el que no entró fue el balón llevándose con ello la ilusión de una entregada afición.




