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Fabio Jiménez vuelve a abrir la puerta grande del coso de su localidad

El alfareño Fabio Jiménez ha vuelto a abrir esta tarde la puerta grande de la plaza de toros de Alfaro. El otro novillero que mereció abrir hoy la puerta grande en la muleta, que no en la suerte suprema, fue Diego Bastos. Por contra, sin pena ni gloria, pasó el rejoneador Ferrer Martín por La Rioja.

Este fue el encargado de abrir plaza en la corrida mixta con una tímida entrada en el día de la Virgen de la Asunción. A su primer enemigo, el de Vélez-Málaga lo mató en su segundo encuentro tras una faena que no emocionó.

Al segundo, el primero de los sobreros, le dio muerte por la vía rápida después de que el animal se lesionara tras la suerte de banderillas y terminara sentado sobre el albero.

Por su parte, Diego Bastos, le hizo una buena faena al segundo de la tarde, con largas tandas, muy bien trenzadas, y bien colocado, aunque sin terminar de llegar a la grada. Cuatro pinchazos y estocada caída tras el primer aviso no le reportaron nada más que tímidos aplausos.

Si su primera faena había dejado destellos de buen toreo, la que le hizo al quinto confirmó sus grandes dotes con la muñeca. Larga faena ante un novillo noble y de embestida continua que lo dio todo.

Un gran novillo para un gran novillero con la muleta que volvió a mostrar temple, continuidad y el saber colocarse donde hay que hacerlo, pero que, de nuevo, volvía a despedirse de cualquier premio en los aceros.

Dejó una estocada desprendida ante un animal muy entero que, a pesar de la larga faena y de estar herido, no dobló. Los múltiples intentos de descabellos sin acierto terminaron de borrar todo lo mostrado ante el astado. Finalmente, vuelta al ruedo y novillo despedido de la plaza entre aplausos.

Por su parte, el novillero local protagonizó una faena muy aseada, sin muchos contratiempos y el carismático temple que siempre ha atesorado en de Alfaro ante el primero de su lote, tercero de la tarde.

Imagen: Kiko Boncanelli

Estuvo muy certero con la espada, no tanto con el descabello. A pesar de ello, esto no privó al presidente de darle dos orejas ante la petición unánime del coso.

Al sexto, por contra, no le sacó tanta faena. Eso, que la puerta grande ya estaba abierta y que el frío y la oscuridad comenzaban a envolverlo todo, acalló al tendido.

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