Ayer Alfaro celebraba su festejo taurino de las fiestas de San Roque y San Ezequiel. Los espaldas de la tarde fueron David Galván, Ginés Marín, David de Miranda y el alfareño Fabio Jiménez.
Fabio Jiménez se estrenaba, a sus 16 añitos (fiera), con dos novillos en la plaza de su localidad y ante sus vecinos, quienes le recibieron con una cerrada ovación, y no dejaron de alentarlo y llevarlo en volandas en cada muletazo. Era la estrella de la tarde y en Alfaro había muchas ganas de ver a su compatriota.
Comenzó toreando Fabio Jiménez, que realizó una gran faena al primero de sus dos novillos. Dejó la suerte de banderillas para sus subalternos, se empleó muy bien en capa, con bonitos pases, y en muleta ante un animal con buen recorrido y embestida. Falló en la espada y esto le costó la segunda oreja. Saldó su primera intervención con buena nota y una oreja.
Le siguió David Galván, con una buena faena en el primero que le reportó una oreja. No tuvo, sin embargo, tanta suerte en el segundo de su lote, ya que el torero fue bruscamente volteado. Sus subalternos tardaron un tiempo precioso en quitarle a Galván el toro tras un primer revolcón y el astado volvió a voltearlo lanzándolo al aire. Se libró de cornada; pero la paliza fue tremenda.
El matador se vio obligado a salir de la plaza por la enfermería y Ginés Marín se hizo cargo del toro que decidió dejar de plantar batalla y se sentó en la plaza. Como pudo, Marín terminó la faena.
Ginés Marín realizó dos buenas faenas a los de su lote. Oreja y dos orejas. Tal vez demasiados premios para su empleo; pero el jerezano mostró sus buenos dotes sobre el coso de Alfaro.
Más oscuro estuvo David de Miranda. No tuvo suerte en su primer toro y dejó que se le escapara el segundo. Ovación y oreja en una generosa plaza.
Pasaban ya las tres horas desde el inicio del festejo, cuando regresaba a la plaza Fabio Jiménez para torear a su segundo novillo. Con menos recorrido que el primero, Jiménez tuvo que emplearse a fondo para sacarle algo al animal. Con mucho temple, el de Alfaro condujo a su novillo. En esta ocasión, no falló con la espada y el públici le premió con dos orejas.
Jiménez salió por la puerta grande de la plaza de su localidad, mientras su abuelo le observaba atento y orgulloso desde el callejón de la plaza. Ha nacido una estrella y parece que Alfaro tendrá torero para rato.