El pasado domingo, casi de manera silenciosa, llegó una extraordinaria noticia para la música española. Valeria Castro confirmaba las fechas de su gira que había quedado pausada.
Acompañada de imágenes de los Premios Ondas en los que fue galardonada, decía «No tengo muchas palabras, pero solo sé que lo del otro día me hizo feliz. Larga vida a la comunicación a a tener a mi madre y a mi padre cerca. Y de pocas cosas tengo tantas ganas como de volver a cantarles, que es lo que siempre me ha hecho también feliz, así que nos vemos pronto este mes de diciembre…» justo antes de anunciar sus citas de este mes y de anunciar un Movistar Arena para el 29 de enero.
Era el anuncio del regreso de la voz susurrante de esa artista que, en solitario o en sus múltiples colaboraciones, siempre teje una atmósfera especial, un universo musical único, marcado por la sensibilidad poética y la honestidad emocional.
Hoy en ActualidadRiojaBaja celebramos el regreso de una de las promesas (y ya presente) más destacadas de la música española. Y lo hacemos destacando en «El sitio de mi recreo» «La Raiz», obra que fue reconocida con una nominación al Latin Grammy en 2023.
Valeria Castro escribió esta canción tras la erupción del volcán de La Palma que afectó a su familia. La letra trata sobre perdonarse, priorizarse y cuidar de uno mismo, especialmente cuando la vida golpea con tragedias inesperadas.
La composición profundiza en la resiliencia y la aceptación ante momentos de dificultad. El tema utiliza imágenes simbólicas para reflejar cómo una persona afronta situaciones que generan miedo o culpa.
El estribillo “Pasó lo que tenía que pasar y no pienso hacer nada más, más que quedarme aquí cuidando la raíz” resume ese mensaje de aceptación del curso de los acontecimientos.
En la canción aparece la metáfora de una “bala” que impacta en el pecho, recurso con el que la artista ilustra el peso de experiencias dolorosas.
A partir de esa imagen inicial, la letra avanza hacia una idea de protección y cuidado de aquello que sostiene a la protagonista. La “raíz” se convierte en un símbolo de lo esencial, ya sea el bienestar emocional o los vínculos fundamentales de una persona.
Castro recurre también a expresiones como “ojitos mojados” o “flores que necesitan agua” para reforzar la imagen de vulnerabilidad y crecimiento. Estas referencias permiten conectar la narrativa con procesos de recuperación y fortaleza personal.
strong>La canaria vuelve a demostrar su sensibilidad artística en esta obra que parte de la intimidad para convertirse en un relato universal sobre el origen, la pertenencia y los vínculos que marcan una vida.
Desde los primeros compases, la cantante despliega un tono cálido que envuelve el mensaje central: la importancia de mantener viva la memoria y el legado emocional que sostiene a cada persona.
La canción gira en torno a la búsqueda de aquello que define a cada individuo. Con una producción minimalista, “La raíz” destaca por su delicadeza y por una interpretación que se mueve entre la ternura y la melancolía. La voz de Castro avanza con suavidad, apoyada en guitarras acústicas que refuerzan el carácter introspectivo del tema.
A lo largo de la composición, la artista recurre a imágenes que evocan el paso del tiempo, la familia y la tierra que se deja atrás y a la que siempre se regresa. Este enfoque convierte a “La raíz” en una pieza que dialoga con la tradición, sin renunciar a un sonido contemporáneo que encaja con su identidad musical. La canción conecta con un público que valora la autenticidad y la exploración emocional sin artificios.
Nacida en La Palma, ha construido su trayectoria a partir de una identidad artística muy reconocible. Su música combina influencias de la tradición canaria con un enfoque personal que se apoya en letras cuidadosamente elaboradas.
Desde sus primeras publicaciones, su voz ha sido uno de los elementos más valorados por el público y la crítica, gracias a un timbre frágil pero firme que aporta una emotividad especial a cada interpretación.
Como intérprete, Valeria posee un timbre delicado y cercano, capaz de transmitir lo íntimo sin histrionismos. Sus arreglos suelen reservar espacio para el silencio, la respiración, el matiz.
Siempre parece estar al borde del susurro, y esa tensión contenida es buena parte de su fuerza expresiva. En El cuerpo después de todo quedó claro que sabe convertir el desgarro en música, pero sin abusar de la épica: su honestidad queda intacta. En este álbum aborda heridas personales, ansiedad y el camino hacia una reconstrucción interior.






