La carrera al parlamento riojano se ha convertido desde hace meses en un “caramelito” demasiado codiciado por algunos. Demasiado codiciado, que no deseado, para demasiados. Peligroso, pues como define la Real Academia de la Lengua Española, codiciar es desear con ansia riquezas u otras cosas.
Hasta 2021, esta institución no estaba profesionalizada. Entonces, un “diputado raso”, término que suele ser muy utilizado en el mundillo político para aquellos que no tienen cargos en este órgano, cobrará menos de ochocientos euros al mes como dieta por su participación en él.
Ahora, con la profesionalización de este órgano, “el órgano supremo de representación de La Rioja”, las cosas cambian y los salarios son de alrededor de 50.000 €.
Ahora, con el Parlamento de La Rioja profesionalizado, muchos son los que parecen estar llamando a las puertas del legislativo riojano y hacerse un hueco en él. Hasta la profesionalización de este órgano, formar parte de él era más una cuestión de prestigio que otra cosa.
A pesar de ello, si en aquel momento ya existían grandes pugnas por llegar a él, ahora estos parecen haberse convertido en auténticos codazos por la cuantía económica que para muchos esto puede suponer.
Peligroso, ciertamente peligroso si las formaciones políticas no exigen un mínimo para acceder ahí más allá de, como suele denominarse sutilmente a pie de calle, “los servicios prestados al partido”. Ciertamente peligroso.
El PSOE hace semanas que cerró y solucionó este asunto que hoy ha oficializado. El resto de formaciones políticas están en pausa y esperamos que se estén tomando este tiempo, que confiemos que también se hayan dado los socialistas riojanos, en recapacitar y decidir tranquilamente quiénes son los mejores representantes para los ciudadanos, que es a quien representa el Parlamento, y no para sus intereses partidistas o para el pago de favores debidos.
Veremos.