El parlamento de La Rioja ha celebrado hoy un acto de Lectura del Manifiesto de la Comisión Ciudadana Antisida de La Rioja, con motivo de la conmemoración, el 1 de diciembre, del día mundial de lucha contra el Sida. En este acto, abierto por el presidente del Parlamento de La Rioja, tambien han intervenido el dente de la Comisión Ciudadana Antisida de La Rioja, Javier Pinilla Moraz, y miembros del Gobierno.
EL MANIFIESTO: VIHSIBLES
Cada 1 de diciembre, desde hace más de treinta años, conmemoramos el Día Mundial de Lucha contra el Sida. Desde la notificación de los primeros casos de Sida, se ha recorrido un largo camino de indudables avances en la respuesta frente a la Infección por VIH. Han sido años llenos de luces y sombras que han costado la vida a 39 millones de personas en el mundo y que han puesto en evidencia las terribles desigualdades ligadas a la pobreza, al género, a la orientación sexual y a la exclusión social. Hoy queremos ser testigos del final de esta epidemia, creemos que es posible.
En diciembre de 2013, la Organización de la Naciones Unidas en su programa para el VIH estableció un triple objetivo con la mirada puesta en el año 2020: lograr que el 90 por ciento de las personas que viven con VIH conocieran su estado serológico, que el 90 por ciento de las personas diagnosticadas recibieran terapia antirretroviral continuada y que el 90 por ciento de ellas consiguieran la supresión viral.
En España, hemos logrado cumplir tanto con el segundo como con el tercero de estos objetivos. Sin embargo, el 18% de las personas con infección por VIH aún no han sido diagnosticadas y el 45% de los nuevos diagnósticos son tardíos. Probablemente, la existencia de prejuicios, el miedo, el rechazo y la discriminación que todavía existen en torno a esta enfermedad estén influyendo en una parte importante de nuestra sociedad en la falta de interés en saber si se tiene o no el virus.
Es en este contexto donde ONUSIDA añade un cuarto objetivo, que nace de la propia demanda de los pacientes, y que hace referencia a la mejora de la calidad de vida relacionada con la salud y la no discriminación hacia las personas seropositivas. Intervenir a nivel social es una prioridad. Para terminar con el VIH necesitamos acabar con la discriminación a las personas que viven con VIH. Tanto la educación como una adecuada legislación son indispensables para evitar la desigualdad en el acceso a servicios públicos y privados o al mundo laboral. En este último año, en nuestro país, se han producido avances en este campo como el final de la exclusión de las personas con VIH en el acceso al empleo de la función pública. Es por este camino por donde debemos dirigir gran parte de nuestros esfuerzos contribuyendo de manera determinante al cambio social deseado y necesario en términos de justicia social.
Otro de los retos pendientes es el envejecimiento de los pacientes con VIH. En España, a día de hoy, más de la mitad de las personas infectadas por el VIH superan los 50 años. La aparición de otras comorbilidades relacionadas con la edad supone una complejidad añadida al abordaje clínico y social de la infección por el VIH.
Acabar con la epidemia del Sida es más que un compromiso histórico. También representa una oportunidad de gran trascendencia sobre la que sentar las bases de un mundo más sano, justo y equitativo para las generaciones futuras. Terminar con la epidemia del Sida impulsará esfuerzos más amplios en materia de salud y desarrollo, y demostrará lo que se puede conseguir a través de la solidaridad mundial, las medidas empíricas y la colaboración multisectorial.
Para finalizar, no queremos despedirnos sin recordar una vez más a todas las personas fallecidas a causa de la enfermedad y a sus familias, y a quienes día a día continúan luchando por un futuro mejor.
Y a todos ustedes, agradecerles su asistencia y recordarles que el VIH está presente en nuestras vidas, que cada día convivimos con hombres y mujeres que viven con este virus, lo sepan o no, lo digan o no. Y que, para acabar con esta pandemia, es imprescindible acabar con el estigma. Se lo debemos a aquellos que no llegaron a tiempo a los tratamientos, a las casi sesenta mil personas que han fallecido de Sida en nuestro país, pero, sobre todo, se lo debemos a las nuevas generaciones, para que puedan vivir en un país más justo, más solidario, más humano.