Llegó la Copa y trajo el récord de asistencia a un partido de la UD Logroñés. 11.152 espectadores, gracias por venir, por ponérnoslo incómodo a los habituales de Las Gaunas. En este momento os pido perdón por mis críticas en Twitter, uno es pasional y no entiende que no vengáis más, que no os haga no tilín, ni tolón este equipo los domingos. Como solemos cantar a veces os digo, “gracias por venir”.
Uno no sabe con qué quedarse, pero quizás no tengo dudas: Con nuestro equipo, ese de Segunda B, una especie de patito feo. Sí, ese equipo del que hablarán a nivel nacional; ese que, según pase la eliminatoria, será olvidado por esos campos de Dios… Urritxe, Mercatondoa… es nuestra vida, es nuestra liga.
Para los cuatro mil y pico abonados es su sistole y su diastole; será sus domingos, sus desvelos, sus alegrías; será su pasión, será cosa seria. Para los valencianos, una eliminatoria más, con un rival que ni fu ni fa. Un rival digno al que a sus aficionados se les recibió desde el cariño. Quizás nos olviden, para el Valencia el fútbol es otra cosa. Su periplo copero empezó aquí, su objetivo es volverla a levantar como el año pasado, son los campeones de esta competición, cosa muy seria ésta.
Me quedo, con vuestro permiso, con esta palabra, ORGULLO. Así me sentí en el Fondo Sur de Las Gaunas, orgulloso de la UD Logroñés. Compitió, supo sufrir las embestidas en veinticinco minutos brutales en lo físico, en ritmo y en ocasiones del Valencia. Minuto 2, gol anulado; minuto 14, gol de Maxi; minuto 19, Olaetxea de mi vida saca sobre la línea un gol cantado; lo mismo volvió a hacer el propio Lander en el minuto 24… en fin, sufrir las embestidas del campeón, su crochet de izquierda a la mandíbula. Supo reponerse el equipo riojano a ese comienzo imperial del campeón.
Orgulloso de la capacidad de reacción, la UD Logroñés se desencorsetó, se estiró más, intento a base de corazón hacer daño al Valencia con un Roni luchando contra el mundo; mejor dicho, contra el poderío físico de Mangala y Diakhaby, abriendo el campo en busca de Ñoño.
Ñoño lanzó una falta, Mangala remató contra su propia portería, el balón lo rechazo el larguero, ¡sí se puede gritaba las Gaunas! Roni lanzaba alto en el minuto 44, la UD Logroñés achuchó pero el marcador era inflexible. 0-1 al descanso.
El segundo tiempo empezó idéntico a como terminó el primer tiempo, achuchaban los locales, encadenaban ocasiones y el «uy» en nuestras gargantas. Minuto 46, Rayco de cabeza y el balón salía desviado. Roni, el incombustible Roni, tiro de orgullo, de lucha, de clase; recortó en el área, su tiro, para nuestra desesperación, la sacó un defensa cuando Domeneq estaba batido.
Las Gaunas rugían como nunca antes lo hacían, 11.152 almas querían ese gol. La UD Logroñés estaba plantando cara al campeón. La vida es muy diferente en esta orilla del río, los hay que nos conformamos con eso, queríamos un gol para empatar un partido histórico para nosotros; quizás sea poco, nunca es fácil marcar un gol al campeón de Copa. Otros sólo son felices levantando dicho trofeo. El mismo juego, diferentes objetivos.
La UD Logroñés propuso un partido de ida y vuelta, dejó espacios. Los cambios esta vez no trajeron ese gol, Iñaki y el killer Ander Vitoria al campo,tocaba quemar las naves.
El Valencia con espacio dispuso de ocasiones. Maxi, Kang in Lee, qué jugador más elegante entre líneas, y Kevin Gameiro inquietaban a un inspirado Fid; querían cerrar el partido, pero nada de eso ocurrió. El partido languidecia, el último «uy» en nuestras gargantas lo pudo Iñaki y ahí acababa el partido. 0-1, un partido que me emociono. La satisfacción del deber cumplido, ver a tu equipo dar la cara durante noventa minutos. Me emocionó a mí y quizás también a todos los que sentimos a este equipo, esos que salimos con la cabeza alta en la derrota, esos que definen el partido con una palabra, ORGULLO. Un puñado de apaches, el ejército de Pancho Villa entre los, 11.152 espectadores, 11.152 razones para creer.
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